Abrimos la ventana para acercarnos a Siria con Jesús González Zambrano

IMG-20180222-WA0011Conferencia de Jesús González Zambrano, cooperante de Médicos del Mundo que cuenta su experiencia en Siria.

El pasado jueves 22 de febrero, en el marco de “Ventanas al Sur”, evento organizado por Médicos del Mundo en Sevilla para servir de punto de encuentro para todas aquellas personas interesadas en el mundo de la cooperación internacional y la ayuda humanitaria, que estén involucradas o interesadas en el trabajo de las ONG y asociaciones de diversos ámbitos a nivel nacional e internacional, Jesús González Zambrano, cooperante de Médicos del Mundo contó su reciente experiencia en Siria.

La encargada de presentarlo fue Teresa González, también cooperante de la organización, quien introdujo el contexto en el que se desarrolló la cooperación.

Siria –comenzó Teresa– es, en la actualidad, un país fragmentado, inmerso en una larga guerra –ya van siete años– entre el ejército gubernamental, la oposición y los grupos yihadistas y con la intervención de países internacionales. Es una guerra en donde el Derecho Internacional es violado continuamente y el resto de países internacionales miran hacia otro lado.

Evidentemente, en ese contexto, la salud de las personas sirias se ha deteriorado, no solo por la misma guerra que conlleva un aumento de enfermedades y muertes evitables, sino por la falta de asistencia médica. La mayoría de las personas que huyen de la guerra son de clase media, entre los que se encuentre gran parte del personal sanitario. Por lo que escasea no solo el personal, sino también los medicamentos. Y, además, el personal sanitario que hay está sobrecargado de trabajo.

En este contexto, la red internacional de Médicos del Mundo se planteó entrar en Siria desde cuatro de sus países fronterizos para fortalecer los servicios públicos de salud y empoderar a la población.

«La gente en el terreno tiene que ser muy hábil, valiente y espabilada. Uno de ellos es Jesús González», terminó diciendo Teresa.

Jesús quiso empezar su intervención destacando el papel de los verdaderos héroes y heroínas en Siria, que son las personas que están allí, los proyectos locales de cooperación. Nosotros, los cooperantes internacionales, dijo Jesús, sabemos que siempre podemos salir y volver a nuestro país. Estas personas, sin embargo, se juegan la vida a diario.

No nos quieren en Siria

Dado que los y las cooperantes cuentan lo que suceden, los diferentes grupos que intervienen en la guerra no quieren allí a cooperantes internacionales. Algunos consienten, pero en general no son bienvenidos.

«Somos un testigo incómodo», sostiene Jesús. El personal sanitario es el que más sabe sobre el uso de armas químicas (gas sarín, básicamente), porque ven sus consecuencias. Y porque tienen credibilidad cuando lo cuentan. «Por eso somos incómodos, y por eso también somos un blanco fácil». Jesús explica que intentan pasar desapercibidos. Se visten como las personas de la zona. «Pero eso es más bien para dormir tranquilos. En realidad, si quieren hacernos daño es fácil». Como ejemplo, sirvan los hospitales destrozados en Siria. La peor parte se la ha llevado Médicos sin Fronteras, pero en Alepo destruyeron dos hospitales de Médicos del Mundo.

Un muro de 800 kilómetros

IMG-20180222-WA0009Jesús González destacó el muro de 828 kilómetros que separa Turquía y Siria. Un muro construido reciente y rápidamente (entre 2016 y 2017) y financiado con dinero de la Unión Europea. Un muro al cual, desde el lado sirio, una persona no se puede acercar a menos de doscientos metros, si una persona siria lo hace no la detienen ni le llaman la atención. No, la matan. De hecho, explicó Jesús, han matado a muchos campesinos sirios cuyas tierras para cultivar se encuentran lindando con el muro. Y por no perder dinero y trabajar, se acercan al muro y los han matado. De hecho, Turquía, país aspirante a entrar en la Unión Europea, pone muchas limitaciones a que personas sirias pasen a Turquía. Hay pueblos que han quedado divididos por el muro, una zona para Turquía y otra para Siria. Y solo en casos excepcionales como para un funeral en el lado turco del pueblo, dejan pasar a dos familiares del lado sirio para que puedan acudir. Si no, no hay forma de pasar. El muro dispone de mucha tecnología de vigilancia.

Para entrar en Siria recorrieron en coche toda la frontera con Siria y lo hicieron por el río Tigris cuando el ejército kurdo hace la vista gorda con la condición de entrar y salir siempre por allí.

La salida por Turquía fue muy incómoda. Al haber estado en la zona kurda de Siria, en Turquía los interrogaron durante una hora con armas presentes y les miraron los móviles en busca de pruebas de haber estado en Siria. Obviamente Jesús, y sus compañeros y compañeras, ya sabían que ello iba a pasar y se preocuparon de borrar todas las huellas de su paso. «Si los turcos supieran que hemos estado en Siria, no nos dejarían pasar. Por eso borramos toda la información de nuestra estancia allí».

El trabajo de Médicos el Mundo España

Médicos del Mundo España trabaja en Al-Hasakah, una gobernación localizada al Noreste de la frontera de Siria con Turquía e Irak.

Entre Raqqa (Siria) y Mosul (Irak) se ha creado un corredor en donde han proliferado los campos de personas desplazadas y refugiadas, de personas que vienen huyendo de los bombardeos, buscando techo, comida y abrigo (el poco que en los campos se suministra) y asistencia médica.

El proyecto de Médicos del Mundo España consiste en mejorar el acceso a la atención sanitaria de la población afectada por el conflicto y apoyar la recuperación temprana de un sistema de salud resiliente en la región de Al Hasakah (este del país). Proporcionan asistencia sanitaria y psicosocial en el campo de personas desplazadas de Mabrouka. Es un proyecto, financiado por AECID y DAHI, en el que intervienen 48 locales y 6 personas expatriadas fundamentalmente médicos/as generales, pediatras, enfermeros/as, matronas, psicólogos/as… Jesús destaca la dificultad para conseguir a esos seis cooperantes internacionales: «A la gente le cuesta ir allí».

El proyecto tiene una base logística en Irak y en Amuda (Siria) donde viven y desde donde gestionan el trabajo. Diariamente se trasladan al campo de personas desplazadas de Mabrouka, en donde hay unas 15.000 personas y que está en medio de la nada, y sin embargo está vallado. «Es lo más parecido a un CIE en el desierto», sostiene Jesús. Como cooperantes, allí no pueden pernoctar, por lo que todas las noches se marchan a Amuda (dos horas de camino) para volver al día siguiente temprano. Sin embargo, las personas desplazadas que se encuentran allí no pueden salir. Algo que no consiguen entender.

Lo que más se han encontrado allí son infecciones respiratorias, diarrea, malnutrición, trastornos psicológicos, enfermedades crónicas, heridas con mala evolución, parasitosis, hipotermias… Y a veces la solución que desde el campo proporcionan no es la más adecuada. Para combatir el frío facilitaron estufas que provocaron más problemas por las intoxicaciones de humo.

Realizaron 2.500 consultas al mes de atención primaria, salud sexual y reproductiva y salud psicosocial.

Lo más difícil

En realidad –continuó Jesús–, el proyecto que allí hacen es un proyecto fácil. Lo difícil es el contexto en el que no hay ningún apoyo.

Para él lo más difícil es el contexto cambiante, la llegada a Siria, el desplazamiento por carretera, la tardanza con la que llegan los medicamentos y los fondos.

Además, es destacable la escasa presencia de organizaciones internacionales como ACNUR cuyo trabajo en Siria es en remoto. De esta forma la coordinación se hace muy difícil ya que mantener una conversación de cuestiones tan importantes como las que ocurren en Siria y en los campos de personas desplazadas y refugiadas por skype es realmente difícil.

Pero esto no quiere decir que sea insensible a lo que allí ocurre. «El día que no me afecte lo que pasa, no me dedicaré a la cooperación», añade.

¿Y Europa?

Lo que pasa en Siria es muy complejo. Por ello es difícil comprenderlo.

Por eso Teresa González destacó el papel de las ONG en la medida en que tienen que mantener el interés. A lo que Jesús quiso añadir el papel, o más bien el no papel de la Unión Europea y de los países europeos en Siria: «Europa es la gran desaparecida que, en realidad, está jugando por detrás. Europa ha dado dinero a Turquía para que construya ese muro de 800 kilómetros y ha dado dinero para que se creen campos de personas refugiadas en Turquía». A lo que Teresa añadió que Europa se ha preocupado de que no llegue la gente.

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