Elena Naranjo Dueñas: «A pesar del reconocimiento internacional, los cambios en estos 20 años sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres no han sido notorios».

Elena Naranjo Dueñas, feminista, abogada, perteneciente a la Asociación Nautas, Género e Intervención Social, y colaboradora con Médicos del Mundo

Elena Naranjo Dueñas, feminista, abogada, perteneciente a la Asociación Nautas, Género e Intervención Social, y colaboradora con Médicos del Mundo

En 1994, en la Conferencia sobre la Población y Desarrollo, las naciones llegaron por primera vez a la conclusión de que el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos mejoraría los niveles de salud de las mujeres. Además, se instó a los gobiernos a considerar que los abortos en condiciones de riesgo eran una causa importante de mortalidad materna y una importante cuestión de salud pública. De estos derechos, sin embargo, se están viendo privadas numerosas mujeres en todo el mundo. Como ha constatado Médicos del Mundo, más de una de cada cuatro mujeres que desea evitar un embarazo sigue sin tener acceso a un método de anticoncepción moderno. A esto se suma que  la proporción de abortos clandestinos ha alcanzado niveles muy preocupantes: cerca de un aborto de cada dos en el mundo se practica en malas condiciones. Estos abortos clandestinos matan cada año a cerca de 50.000 mujeres y 8 millones sufren de discapacidades temporales o definitivas. Y es que, por negársele el acceso a un aborto seguro, las mujeres recurren a otros métodos nada ortodoxos y clandestinos que acaban afectándole. Por ejemplo, en África, hay mujeres que para abortar utilizan bebidas a base de plantas que se supone que provocan contracciones en el útero o medicamentos en sobredosis. Sin embargo, hay que recordarlo: cuando lo practica un profesional formado con el material adaptado, siguiendo una técnica correcta y normas sanitarias rigurosas, el aborto es una de las intervenciones médicas más seguras (con menos de 1 fallecimiento por cada 100.000 intervenciones).

De esta terrible situación en la que se encuentran las mujeres cuando se le niegan los derechos sexuales y reproductivos (DDSSRR) nos habla Elena Naranjo Dueñas, feminista, abogada y perteneciente a la Asociación Nautas, Género e Intervención Social, trabajando, por ello, durante mucho tiempo, en el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Además, colabora con Médicos del Mundo desde 2010.

Pregunta: La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo fijó en 1994 el objetivo de lograr el acceso universal en materia de salud sexual y reproductiva antes del 2015. ¿Cómo valoras la situación actual de los DDSSRR a nivel estatal?

Respuesta: En términos generales valoro positivamente  la ley que actualmente regula el aborto en el estado español, Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, que entró en vigor el 5 de julio de 2010. Si bien es cierto que supuso un gran avance con respecto a la legislación anterior (especialmente la transformación de la ley de supuestos en una ley de plazos) presenta, como hemos podido confirmar en estos cuatro años, importantes carencias en cuanto a  las herramientas de implementación de muchas de las medidas que contempla: la obligatoriedad, por parte de los poderes públicos, de garantizar la información y la educación afectivo-sexual en los contenidos formales del sistema educativo, además de promover programas educativos diseñados para la convivencia y el respeto a opciones sexuales individuales y a desarrollar acciones informativas sobre estos temas, especialmente a través de los medios de comunicación; acceso y gratuidad de los métodos anticonceptivos; accesibilidad al aborto en centros públicos, etc.

Las amenazas con una nueva “reforma” nos demuestran que vivimos en una sociedad patriarcal en el empeño en mantener el statu quo dominante, pesan desgraciadamente más que el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, sobre su vida. Tanto es así que los DDSSRR se afrontan con diferente perspectiva y discurso, en función del momento político y las necesidades electorales del partido de turno.

 P: ¿Y a nivel global?

R: Según los datos proporcionados por el Centro de Derechos Reproductivos en un 25,5% de los países el aborto está prohibido, en el 21,3% se permite por razones socioeconómicas, en el 13,8% para preservar la salud de la madre y en el 39,5 % es “libre”, es decir, la legislación no contempla motivos sino plazos. El 40%  de los embarazos a nivel mundial son indeseados y casi la mitad de los abortos que se realizan se practican en las clandestinidad. Los organismos internacionales han denunciado la relación entre las altas tasas de mortalidad materna y los abortos ilegales o inseguros, suponiendo estas leyes restrictivas una violación de los derechos de las mujeres y un alto coste para sus vidas.  Esto respecto a las interrupciones del embarazo y la concepción. Si hablamos de violencia sexual un informe de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la UE arroja datos escalofriantes, una de cada 20 mujeres europeas han sido violadas, la mitad de las mujeres evitan ‘situaciones de riesgo’ como viajar en transporte público, salir solas de casa o caminar por lugares poco concurridos, lo que constituye una grave limitación a la libertad de movimiento, 62 millones la han padecido violencia sexual durante la infancia; 100 millones han sido acosadas sexualmente… Lejos de combatir las causas de esta situación, los gobiernos hacen dejación de sus funciones y ponen el foco de atención en la víctima y no en el agresor. Prueba de ello, es un documento del Gobierno de España, recientemente denunciado por asociaciones feministas, en el que se hacen toda una serie de recomendaciones que no sólo no atajan el problema, sino que una vez más, responsabilizan a las mujeres de las posibles agresiones de las que puedan ser objeto. Algunas de estas recomendaciones rozan el ridículo, como es el caso de aconsejar a las mujeres que viven solas que mantengan las luces encendidas. ¡Sería cómico si no fuera absolutamente indignante!

P: ¿Cuales son las consecuencias legales y/o sanitarias de que no sean respetados los DDSSRR de las mujeres?

R: Diferenciaría consecuencias legales, sanitarias y sociales. En cuanto a las primeras, coloca a las mujeres en situación no ya de indefensión, sino en muchos casos de ilegalidad, por ejemplo, al interrumpir voluntariamente un embarazo. Si la mujer, por presiones legales o de otros muchos tipos, “decide” continuar con el embarazo, deberá hacer frente al mantenimiento en solitario de las cargas familiares. En el contexto actual, esto es especialmente cierto, cuando el mismo gobierno que dice defender el derecho del no nacido, se desentiende de su bienestar una vez que es una persona, recortando las partidas sociales, así como las educativas o sanitarias. Por último, las consecuencias sanitarias, quizás las más conocidas, van desde complicaciones a la hora de realizar un aborto clandestino que pueden llegar a la muerte, a la automedicación con los riesgos que ello conlleva, pasando por todo clase de dificultades que la mujer debe generalmente afrontar en solitario, cuando no en soledad.

P: ¿Cual crees que es el principal obstáculo para que 20 años después de la CIPD muchos de sus objetivos no se hayan cumplido?

El gran obstáculo es el no reconocimiento de una problemática profunda que pide a gritos el reconocimiento del feminismo como herramienta de cambio necesario para alcanzar una igual material inexistente.

R: Aparte de los intereses económicos y políticos  que impiden avances en todos los campos relacionados con el fin de las desigualdades y las injusticias, el machismo y la violencia estructural a la que estamos sometidas. El gran obstáculo en mi opinión es el no reconocimiento de una problemática profunda que pide a gritos el reconocimiento del feminismo como herramienta de cambio necesario para alcanzar una igual material inexistente. La  violencia brutal que se ejerce contra las mujeres se invisibiliza y es constantemente silenciada tras la apariencia de la igualdad formal en el mejor de los casos. La demonización del feminismo, los mitos de las denuncias falsas, no son más que instrumentos de un sistema patriarcal que nos necesita sometidas, dependientes y atemorizadas.

P: ¿Confía en que después de El Cairo+20 la situación cambie notoriamente?

R: A pesar del reconocimiento internacional de los derechos sexuales y reproductivos, como tales, en la conferencia de 1994, los cambios en estos 20 años sobre el tema no han sido notorios. Incluso en países donde se había logrado avances importantes, como en el estado español con la ley de salud sexual y reproductiva y de interrupción del embarazo, los derechos sexuales siempre siguen amenazados. Seguramente en esta nueva conferencia las organizaciones feministas y de mujeres de nuevo lograran avances con los que se comprometerán gran parte de los estados asistentes, sin embargo, más allá de que a nivel de incidencias en políticas de igualdad se tengan más argumentos ¿cuáles serán los efectos directos en la vida cotidiana de las mujeres? Las conferencias de Naciones Unidas no contemplan herramientas de coerción para obligar a los gobiernos a asumir los mandatos de sus conferencias, de hecho si tiene instrumentos para que estos puedan zafarse de mostrar su acuerdo con partes de los documentos (como la figura de las «corcheas»). Con todo son instrumentos importantes para seguir avanzando en el reconocimiento de los derechos formales de las mujeres; pero hay otra lucha para hacer efectivos esos derechos, la de cada día en las calles, sin la que el reconocimiento formal de derecho se quedaría en simple cascarilla.

P: ¿Cómo ves el futuro a plazo corto-medio en materia de DDSSRR, a nivel estatal?

R: Han conseguido que en cuanto leemos DDSSRR lo relacionemos con el derecho al aborto, pero es mucho más que eso. Tiene que ser mucho más que eso ya que si sólo hablamos de reproducción no visualizamos a las mujeres como sujetos de derecho por sí mismas, sino que vinculamos el derecho a la salud sexual de las mujeres a la maternidad.

En ese sentido, relacionado con DDSSRR, hay que aludir a la realidad de las agresiones sexuales.  Según los datos del Ministerio del Interior, en el Estado español se produjeron 1.298 «agresiones sexuales con penetración». Tengamos en cuenta que solo se denuncian la mitad de dichas agresiones, y que es el delito que menos se denuncia, y lejos de escandalizarnos, se somete a las mujeres que interponen denuncias a procesos de doble victimización, calvarios físicos y psicológico, descrédito social… el panorama no pinta demasiado bien.

P: ¿Puedes proponer alguna medida que consideres que debería tomarse?

R: La solución pasa por invertir en una educación afectivo sexual. Que se nos enseñe a vivir la sexualidad de forma libre y segura y se garantice el acceso a los métodos anticonceptivos, al conocimiento del propio cuerpo, al respeto a las necesidades o las decisiones de la otra persona y de las propias. La solución pasa por reconocer que vivimos una cultura patriarcal, donde las mujeres son constantemente discriminadas a nivel cultural, económico, laboral, sexual, y pasa por querer cambiarlo. Para cambiar la realidad, es imprescindible conocerla y reconocerla.

P: ¿En qué medida el reconocimiento de los DDSSRR impacta en el desarrollo de las mujeres, y en el conjunto de la sociedad?

Las mujeres no podremos vivir y desarrollarnos plenamente hasta que estos derechos no sean respetados y garantizados en todos los rincones del mundo.

R: En el movimiento feminista tenemos una máxima: “lo que no se nombra no existe”. Y esto es aplicable a los DDSSRR. Evidentemente no se reconocen porque para una parte importante de la sociedad, simplemente no son derechos. Es imprescindible, pero no suficiente, que este tipo de derechos que afectan, nada menos que a la mitad de la población mundial, se hagan visibles, como primer paso para su reconocimiento por las organizaciones internacionales y asumidos por los gobiernos.

Las mujeres no podremos vivir y desarrollarnos plenamente hasta que estos derechos no sean respetados y garantizados en todos los rincones del mundo. Y de las misma manera, la humanidad no merecerá tal nombre, hasta que todas las personas podamos convivir en pie de igualdad.

P: ¿Puede expresar su opinión acerca de que ciertas ideologías influyan en aspectos como el reconocimiento de derechos, el acceso a la sanidad, etc.?

R: Sinceramente, no creo que sea una opinión, sino un hecho constatable que ciertas ideologías influyen profundamente en este aspecto. ¿Puede negarse que la Iglesia católica ha jugado un triste papel en el intento de retrasar la emancipación de las mujeres? Y en otro ámbito, ¿quién puede sostener que el neoliberalismo, pretendidamente o como “daño colateral”, no ha sacrificado derechos como el acceso a la sanidad universal en aras del máximo beneficio? Y por supuesto, el patriarcado no como orden social, sino como doctrina ideológica que rige aún la sociedad. Desde el punto de vista patriarcal, aún hoy es raro que los hombres se hagan cargo de las labores de cuidados. Como resultado, las mujeres se ven obligadas a renunciar a sus carreras profesionales o sus expectativas vitales. ¡Claro que la ideología influye! Pero en el campo contrario, también el feminismo como ideología liberadora, ha arrancado conquistas fundamentales, teniendo una influencia positiva en todos los ámbitos.

P: ¿En qué medida considera que la campaña Names not Numbers de Médicos del Mundo puede tener impacto, tanto a nivel de sensibilización, como de incidencia política?

R: Considerando a Médicos del Mundo como una organización internacionalmente reconocida, es imprescindible, aunque no suficiente, que se realicen este tipo de campañas, que visibilizan la problemática existente y denuncian la situación de millones de mujeres y niñas en el mundo.

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