Justo Monroy. Diario La Tribuna.

María Esteban y Silvia Fuentes pertenecen a los casi cuatro millones y medio de voluntarios que hay en España. El aumento del desempleo y las cada vez más activa vejez han favorecido un incremento de su número. Pero ellas también ven otros motivos, y en el Día Internacional del Voluntariado que se celebra hoy afirman que «no basta con tener unas creencias, sino que también hay que pasar a la acción».
María y Silvia son voluntarias en Médicos del Mundo. Participan en el Programa de Intervención con personas en prostitución. Forman parte además en el Grupo de Igualdad y el Grupo Estatal de Prostitución y Trata. Intervienen en prostíbulos, pisos y calle. ¿Por qué se hicieron voluntarias, y más en un programa tan desgarrador? Para Silvia, «todos tenemos unos principios y unos valores, y en nuestro caso nos hemos acercado a Médicos del Mundo, que es una entidad que lucha por la igualdad y sobre todo por dar voz a las personas que más lo necesitan, y yo creo que no basta con tener unas creencias, sino que también hay que pasar a la acción para poner nuestro granito de arena en la mejora de la calidad de vida de las personas con las que trabajamos».«Porque cuando estás en contacto con el mundo y te juntas con gente que te muestra lo que hacen o a lo que se dedica, te das cuenta de que tienes tiempo para hacer muchas cosas, y el voluntariado es una opción estupenda», afirma María Esteban. Ella, como los demás jóvenes, tiene tiempo «para ir al gimnasio o irme de copas con los amigos», porque «aquí hay tiempo para todo, no es que no lo empleemos en las cosas que hacen otros, sino que hay gente que quizás no es consciente de que también tiene tiempo para hacer el voluntariado».
Ellas dos trabajan en un voluntariado muy impactante, en el que a veces conocen historias muy duras. María explica que no hace falta llegar a esos extremos, porque se puede ser voluntario casi en cualquier cosa, «cada uno tiene algo que seguro que puede aportar, en nuestro caso relacionado con personas que viven circunstancias difíciles, y supongo que si estamos ahí no deja de ser una experiencia que a nosotras nos aporta». Porque, advierte Silvia, «aunque en el voluntariado tú aportas parte de tu tiempo, también obtienes muchas recompensas, es dar, pero también recibir, es un aprendizaje continuo». Y aunque, sobre todo al  principio, volvía enfadada con el mundo por lo que veía, «el participar de voluntario te ayuda a canalizar esa rabia y a cambiar aquello que te produce esas emociones». Todo ello, a pesar de comentarios de amigos o familiares, que ven que están mucho tiempo en la ONG, y les dicen que no va a servir de nada. «Pero mientras que tú veas que sí que sirve y seas capaz de percibir los pequeños cambios que puedas hacer, saldrás recompensada. Porque para cambiar las cosas, primero tendrán que cambiar tú, y hacer algo», afirma María.
En definitiva, en un día como hoy, Silvia, «recomendaría a quienes no han sido voluntarios que se animen, que prueben, porque hay muchas cosas por hacer y cada uno puede aportar mucho».

 

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