Por Carles Ibáñez, logista en Freetown, Sierra Leona

Mi nombre es Carles Ibáñez y acabo de volver de Sierra Leona. Si me preguntáis qué quisiera compartir con vosotros y vosotras de este país, os diría, sin dudarlo, que esta foto:

Mercado de Freetown, Sierra Leona, en plena actividad

Mercado de Freetown, Sierra Leona, en plena actividad

Pero antes de explicaros qué es la imagen, os cuento un poco de mí. Desde el 18 de abril hasta el 18 de junio, he estado trabajando como logista con base en Freetown, la capital de Sierra Leona, en la misión de lucha contra el ébola que Médicos del Mundo mantiene en el país. Soy catalán, pero residente en Londres y biólogo de formación. Llevo bastantes años dedicado a la cooperación internacional, tanto en terreno como en sede, y con diversas entidades. Mi trayectoria profesional me ha llevado a países como Liberia, Sudán del Sur y Etiopía, aunque en este último país mi labor no estuvo relacionada con la cooperación.

En Sierra Leona me he encargado de todo lo relacionado con las compras, también de lo que en argot humanitario llamamos “supply” o suministros, y de las relaciones con los proveedores. Busco, encargo y compro lo que me solicitan las tres bases que Médicos del Mundo tiene en Sierra Leona, y la clave es hacerlo con rapidez, tanto en la compra como en la entrega a su destino. También ha habido una parte de responsabilidad en la gestión de movimientos de los y las cooperantes que llegan al país y de los que usan el helicóptero de Naciones Unidas para moverse a los distritos. Mi labor también ha abarcado la gestión de la flota de vehículos de Médicos del Mundo y la coordinación entre conductores y coches. En resumen, que la gente salga y llegue sana y salva a su destino.

¿Que qué es lo más raro que me han encargado como logista? Pues desde cosas muy grandes, como 200 colchones para los centros de ébola, hasta cosas diminutas y que escapan a mi conocimiento técnico, como una pieza muy específica para una bomba de agua.

Llueve sobre mojado en Sierra Leona, pero, poco a poco, vuelve a luz

Entre 2008 y 2009 estuve por primera vez en Sierra Leona, con un proyecto de salud materna en zona rural. En aquella época, era uno de los países con peores tasas de mortalidad materno-infantil y ya se había convertido en una crisis olvidada, con secuelas de la guerra civil que no han sido superadas.

Ahora empieza la temporada de lluvias y siento que, en Sierra Leona, llueve sobre mojado. Siempre ha sido un país poco mediático, y ahora el ébola lo ha hecho retroceder de nuevo en cuanto a desarrollo humano, con el agravante de que la gente ha perdido la confianza en el sistema de salud, ya frágil y deficiente de por sí antes del brote de ébola. El cierre de los colegios y el cese de toda actividad económica y social que supusiera masificaciones y contacto humano han ralentizado, sin duda alguna, el avance económico y social y han envuelto a la ciudad y al país en un halo de tristeza y desesperanza generalizada.

Sin embargo, de mi viaje quiero traeros una nota de color: una foto de un mercado de Freetown donde se ve el tímido y progresivo regreso a la bulliciosa actividad que siempre caracteriza a los mercados africanos. He sido testigo en estos dos meses en el país de un cambio  en la ciudad, sobre todo en las últimas dos semanas: hay más calor humano…, en la ciudad, en la gente. Se vuelve a escuchar la música en las calles, se comienza a dejar atrás la tristeza. En definitiva, se hace palpable que Sierra Leona empieza a recuperar su color.

 

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