Hola, compañeras y compañeros.
Me llamo Charo Pinto Plaza, soy enfermera y colaboro como voluntaria en el programa de personas transexuales casi desde el principio de su inicio, allá por enero de 2001.
Conocí el proyecto a través de Juana Ramos, por entonces presidenta de la Asociación Transexualia, que me comentó que podría venir bien una enfermera que atendiera la consulta de Endocrinología junto con el doctor Enrique Costilla, y me presenté en la sede, en aquel momento en la calle Aguileñas de Madrid.
Mi motivación profesional quedaba relegada a un segundo plano (los trabajos que he venido realizando como enfermera ha tenido más bien poco que ver con lo que se puede aprender en una consulta de este tipo). Lo que de verdad me estimulaba era conocer a esas personas, cuya valentía me parecía -y me parece-, excepcional; y tener el privilegio de acompañarlas en parte de su camino. Esta motivación ha perdurado durante casi 16 años, y aunque mi vida personal se complicó dulcemente al ampliarse mi familia, sigo reservando las tardes de los miércoles para Médicos del Mundo.

A lo largo del tiempo ha sido llamativo el cambio en los perfiles de las personas que acudían a Médicos del Mundo. Incialmente, se trataba en gran mayoría de mujeres transexuales, a menudo procedentes de otros países; sin embargo, actualmente los hombres trans españoles han –por lo menos- equilibrado la balanza.
Lo mejor de mi trabajo, la guinda del pastel, es vivir de primera mano la alegría y emoción que sienten las personas que acuden a nuestra consulta cuando se llevan su primera receta de tratamiento hormonal; o incluso, algunas veces, cuando yo misma les administro su primer inyectable. A menudo se han encontrado con tantas dificultades que no se pueden creer que ya vayan a empezar a verse por fuera como siempre se sintieron. Para mí, estar en ese momento de sus vidas, es un privilegio.