Crónica de una crisis anunciada: «Crisis humanitaria en el Mediterráneo: intervención con población refugiada»

El pasado 16 de febrero Médicos del Mundo ofreció en Sevilla un acercamiento a la «Crisis humanitaria en el Mediterráneo: intervención con población refugiada» durante un evento especial, cuyo objetivo principal era la sensibilización frente a la emergencia de una situación que debería ser inadmisible y ofrecer, de primera mano, información sobre la labor solidaria que, tanto Médicos del Mundo como otras asociaciones de voluntarios como PROEM-AID, desempeñan en las costas griegas.

El salón de actos «Petra de la Torre» de la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podología estuvo presidido por Teresa González Galiana, médico y experta en Acción Humanitaria, Pablo Simón Lorda, médico y cooperante de Médicos del Mundo en Lesbos y la intervención de Manuel Blanco Fernández, sargento de bomberos, vicepresidente y voluntario de PROEM-AID en Lesbos, quienes a medida que trascurría el acto fueron acercando una realidad que todos deberíamos conocer.

En primer lugar, Teresa González Galiana, presidenta de Médicos del Mundo en Andalucía, enmarcó el contexto por el que cada día personas como nosotros huyen hacia Europa empujados por la violencia desatada en sus países de origen (principalmente de África y Oriente Medio), con el fin de lograr una oportunidad para vivir.

Un mundo en guerra donde inmigrantes, solicitantes de asilo, refugiados, mujeres, niños, arriesgan sus vidas atravesando el mar Mediterráneo, soportando la violencia y la tortura durante el tránsito, luchando por unos derechos que deberían tener, pero que desgraciadamente no les otorgan en la mayoría de los casos.

En segundo lugar, Manuel Blanco Fernández, sargento de bomberos, vicepresidente y voluntario de PROEM-AID, subrayó que esta asociación voluntaria de rescate y salvamento de refugiados en la isla de Lesbos surgió con el objetivo de “cambiar el tenemos que hacer algo por el vamos a hacer algo”.

“Un refugiado es una persona como tú y como yo”, con estas palabras Manuel relató de manera conmovedora cómo cada día refugiados sirios, mayoritariamente, intentan cruzar en embarcaciones de unas 50 personas el mar Mediterráneo hacia la isla de Lesbos (destino principal porque cuenta con una oficina que certifica la condición de refugiado), con un motor mínimo y el combustible justo para cruzar de orilla a orilla en línea recta. Tarea arduamente complicada para personas que no tienen nociones de navegación y a la que se le añaden otras adversidades como las corrientes, el viento, chalecos salvavidas falsos, embarcaciones que se van hundiendo a medida que avanzan, el frío…

Las mafias que controlan las embarcaciones han convertido el tránsito en un negocio. Los pasajes hacia el otro lado del Mediterráneo se abaratan si las predicciones del tiempo son devastadoras y la oportunidad de realizar este tránsito sólo pueden permitírsela aquellos que pertenezcan a una clase media-alta.

Ver aproximarse el barco de salvamento con los bomberos de PROEM-AID, es un regalo para estas personas, que llevan meses luchando por lograr una nueva vida tras haberse sometido a todo tipo de violencias por el camino. La mayoría de quienes logran pisar las costas griegas sufren casos de hipotermia, quemaduras e irritaciones en la piel, provocadas esencialmente al mezclarse la gasolina con el agua que poco a poco va inundando la embarcación durante el avance.

Manuel Blanco finalizó llamando a la cooperación con la frase:

“Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”

Eduardo Galeano

En tercer y último lugar intervino Pablo Simón Lorda, médico de familia, cooperante de Médicos del Mundo y portavoz de Amnistía Internacional en Granada.

Pablo comenzó haciendo mención a los continuos discursos políticos y religiosos a los que se les achaca el origen de la crisis de los refugiados. Pero lo cierto es que es innegable que los centros de conflictos coinciden con ser lugares de los que procede la mayor parte de la producción del petróleo, que a su vez alimenta las revueltas y los intereses de las grandes potencias (EEUU, Israel, Rusia, Arabia Saudí, Irán, Katar…).

Como consecuencia la violencia desata la desesperación y la población se ve obligada a migrar, los emigrantes económicos huyen de la pobreza y los refugiados de la violencia. Los más pobres hacen migración interior hacia Líbano, Jordania… y los que gozan de mejor situación económica intentan llegar a las costas griegas. Pero “Lesbos es solo la mitad del camino”, señala Pablo, quien trabaja como cooperante en el campo de Moria, una zona de colaboración y apoyo, donde se acoge a los refugiados y se les entrega un papel a modo de pasaporte de entrada a la UE, que les permite coger un ferri hacia Atenas para poder proseguir con su viaje.

Uno de los inconvenientes es que el papel expedido por FRONTEX está exclusivamente en idioma griego, desconocido para la mayoría de refugiados, cuya principal preocupación es que quede clara su procedencia siria para así tener derecho a acceder al estatuto de refugiado. El proceso de registro se complica puesto que muchos llegan sin documentación.

Médicos del Mundo Grecia, cuenta con un equipamiento y tecnología básica de asistencia de emergencia para los recién llegados aunque como bien subraya Pablo “lo más importante era escuchar y hablar con esas personas” que tras duros meses de viaje y con hondas heridas en el alma, tienen valor para seguir luchando por un futuro mejor.

Pero como lo indica la frase de Amnistía Internacional:

“El mundo puede cambiar, pero no va a cambiar solo”

Por AURORA RUBIO GARCÍA