Es la cuarta película que Jafar Panahi hace desde la clandestinidad. El gobierno de Irán le prohibió en 2010 dirigir rodajes, actuar y escribir guiones. Pero lo ha vuelto a hacer.

De qué va

La actriz Behnaz Jafari recibe una videollamada de una joven que la acusa de haberla ignorado. Le ha enviado varios mensajes diciéndole que quiere ser actriz pero su padre y su madre no le dejan por lo que ella va a suicidarse. Ante la noticia, Behnaz y Jafar Panahi deciden viajar hasta la aldea rural desde la que la chica ha hecho la llamada de socorro.

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Jafar Pahani y la censura

El Gobierno iraní prohibió a Pahani rodar películas, pero desde entonces ha realizado 4 trabajos. ¿Cómo lo ha hecho? Rodando sin salir de un apartamento “Esto no es otra película” o dentro de un taxi (Taxi Teherán con la que ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín). Pahani además se representa a sí mismo, con lo que no puede ser acusado de interpretar y sus falsos documentales ponen en duda que exista un guión. Así escapa de la censura que se le ha impuesto.

Jafar Pahani es un icono de la libertad y la resistencia contra el gobierno en su país,

La película tiene su origen en el suicidio real de una joven que quería ser actriz y ante la oposición de su familia decidió quitarse la vida.

Al tener prohibido rodar, la producción se llevó a cabo en tres pequeñas aldeas en las que el director tiene familia y protección.

En Irán ningún actor o actriz anterior al año 1979 puede, por ley, volver a actuar.

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El título, tres caras, se refiere a tres generaciones de mujeres actrices y el estigma que sufren en su país debido al machismo, la censura y la falta de libertad. Una de las tres caras se refiere a una actriz que pertenece a la época prerrevolucionaria. Nunca se le ve ante la cámara ya que fue obligada a abandonar la actuación. También tenemos a Behnaz Jafari, estrella del país pero que sufre muchas veces la presión por ser mujer. La tercera es la joven que desea ser actriz.

La historia transcurre en una aldea montañosa y entremezcla a las mujeres y su situación, los prejuicios, las tradiciones pero también la modernidad de la mano de las redes sociales, humor, crítica y drama se conjugan en una obra clandestina que nos enseña las dificultades de ser mujer y artista en Irán.

Los profesionales dicen…

A Panahi le interesa el mundo, sabe escuchar lo que cualquiera tenga que decirle, y las anécdotas, las supersticiones, los hábitos de quienes jalonan su camino, siempre generan una historia paralela, un desvío, una digresión, que contribuye al sentido final de la película sin prejuzgar a sus personajes

Sergi Sánchez- La Razón.

Rebelde con causa, Jafar Panahi será siempre el héroe involuntario de sus propias películas. Lo es cuando nos cuenta su vida entre visillos, forzado por la prohibición de su gobierno de hacer cine y hasta de salir de casa, y lo es también cuando libera su cámara clandestina para poner el foco en el atraso y la discriminación femenina de la sociedad patriarcal iraní. Con los obvios límites técnicos y su libérrima creatividad, Panahi se salta de nuevo la ley para defender la dignidad artística en una nueva vertiente.

Carlos Marañon – Cinemanía

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