«Nada hay más punitivo que darle un significado a una enfermedad, significado que resulta invariablemente moralista. Cualquier enfermedad importante cuyos orígenes sean oscuros y su tratamiento ineficaz tiende a hundirse en significados. (….) La enfermedad misma se vuelve metáfora. Luego, en nombre de ella (es decir, usándola como metáfora) se atribuye ese horror a otras cosas, la enfermedad se adjetiva»

Susan Sontang, » La enfermedad y sus metáforas»

 

Cuando llevamos ya más de 5 meses desde el inicio de esta epidemia de Ébola es inevitable preguntarse por los significados de los que se está impregnando la enfermedad. Es más, éstos forman parte de las discusiones, de las reflexiones a la hora de plantear un proyecto de prevención. Todos podemos tener en la cabeza imágenes del miedo: de los propios afectados que huyen, de sus vecinos, del personal de salud. Si pretendemos movilizar a la población para que puedan protegerse del contagio tenemos que pensar en las pautas culturales que pueden favorecer o obstaculizar éste. Y como hablamos de poblaciones que, en ocasiones, no han tenido experiencias anteriores con la enfermedad, imaginamos, teorizamos echando mano de estudios anteriores bien sea en la misma zona para otras patologías o del mismo virus en otros lugares.

Pero, en medio de estos debates, parece que se nos olvida que aquí, en nuestra sociedad, también se están elaborando metáforas al respecto. Estas metáforas nos pueden explicar también por qué el Ébola resulta tan mediático. Por una parte, es claro que su atractivo mediático no está relacionado tan solo con su capacidad de matar. Lamentablemente, no es la primera en ello. Por ejemplo, para los mismos países en el mismo período, hubo 5 veces más muertes maternas y más de 20 veces más muertes por sida[1]. Pero, al mismo tiempo, es obvio que se trata de una enfermedad espectacular en sus signos y síntomas, sin tratamiento eficaz lo que la hace una perfecta candidata a cargarse de significados. Y es que nos permite reforzar nuestros imaginarios etnocéntricos de cómo funciona el mundo. Por un lado, nos encontramos a los «otros»; ignorantes, atrasados, supersticiosos, que creen más en la magia que en nuestra medicina y a los que hay que salvar incluso aunque ellos no lo entiendan y para protegernos a nosotros. Por el otro lado, nosotros: tecnificados, limpios, racionales, heroicos, salvadores.

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Frente a estos relatos, es difícil contar otras historias. Historias de personal sanitario peleando en sus propios países con pocos medios, en sistemas de salud frágiles e insuficientes para hacer frente al Ébola, sí, pero también al VIH, a la desnutrición o a la mortalidad materna. Una epidemia así, nos convence más de la necesidad de trabajar para fortalecer sistemas de salud públicos que presten atención integral, gratuita y de calidad. Seguiremos intentándolo, a pesar de los recortes, a pesar de que, a la hora de hablar de Ébola, la prevención parece que no vende.

Ana María Mateo. Médicos del Mundo.

 

[1] Muertes producidas por Ébola en 5 meses (desde que se declaró la epidemia el 25 de marzo): 1.229 muertes:

  • Guinea (394)
  • Liberia (466)
  • Sierra Leona (365)
  • Nigeria (4) solo en un mes

Muertes maternas estimadas en un periodo de 5 meses 5.908 (en base a datos del Banco Mundial para 2013)

  • Guinea (1.167) 3 veces más
  • Liberia (408)
  • Sierra Leona (1.000) 3 veces más
  • Nigeria (3.333) solo en un mes

Muertes por sida: En total en 5 meses 24.208 (en base a datos de ONUSIDA para 2012)

  • Guinea (2.125) casi 5 veces más
  • Liberia (708) casi el doble
  • Sierra Leona (1.375) 4 veces más
  • Nigeria (20.000) solo en un mes
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