He crecido en Auserd, pero no me gusta. Cuando tenía diez años estábamos viajando por el desierto cuando nuestro camión se averió. Estuvimos aislados durante seis días y llegamos, incluso, a tener que beber agua del radiador. Con nosotros viajaba una mujer embarazada y todo el mundo pensaba que iba a perder el bebé pero, por suerte, un coche se acercó y pudimos arreglar el camión. A veces voy al desierto con mis amigos a dormir, es confortable. Quiero estudiar en España, he estado allí cinco veces y me quedo con una familia en Madrid. Allí tienen casas muy buenas hechas de cemento. El clima y la comida son buenos y tengo muchos amigos, pero ahora ya soy demasiado mayor para volver [con el programa Vacaciones en Paz].
Ahora estoy haciendo ladrillos y, pronto, mi hermano y yo construiremos una tienda. Vamos a vender teléfonos móviles porque no hay suficientes tiendas de telefonía en los campamentos. Esto es una tragedia, la gente necesita volver [al Sáhara Occidental]. Si podemos conseguir nuestra independencia de forma pacífica mejor, pero si tenemos que ir a la guerra, lo haremos. Estoy privado de conseguir un trabajo, de libertad, de todo. Es la voluntad de Dios. Si hay una guerra me uniré a las fuerzas armadas. |