Nací aquí, en Dajla. Es un lugar hermoso y tengo muchos amigos. Mi primo vive en Málaga. Fue hermoso cuando fui a visitarle y fuimos a la playa. Cuando mis padres me dijeron por primera vez que vivía en un campamento de refugiados no podía entenderlo. Me sentí triste al saber que me hallaba en un campamento y que mis padres habían sido expulsados de su país.
Tres veces a la semana preparo el burro temprano, a las 6 am, y camino durante una hora hasta el pozo. Lleno diez garrafas usando la cuerda pero resulta cansado porque está profundo. Se tarda dos horas en volver y cuando llego a casa alimento al burro y descanso. El agua de pozo es dulce y a la gente le gusta usarla para hacer té y para cocinar e incluso a veces para beber cuando no hay otra. El día después de recoger el agua, la vendo alrededor de las casas de Dajla. No llamo a las puertas de las personas, sino que me ven y me avisan. El precio es de cincuenta dinares (€ 0,50) los diez litros. Algunas veces, la vendo todo en dos días.
Queremos la paz y la libertad y a Marruecos fuera de nuestro país. Por un lado el alto el fuego está bien, no hay más guerra, pero, por el otro, Marruecos está encarcelando a los saharauis en el territorio ocupado. No funciona, queremos la independencia y podemos conseguirla a través de la lucha y de la ‘Intifada’. |