Nací en los campamentos de refugiados El Aaiún en 1981. Como niño, no podía entender dónde vivía, así que me gustaba, como le gusta a un niño. Cuando crecí empecé a entender que no era nuestra tierra y que Marruecos había invadido nuestro país y así fue como comencé a odiarles, pero no podría, de pronto, aborrecer el lugar donde había crecido. Tenía muchas preguntas y mi familia las respondió. Desde finales de los ochenta me di cuenta de la situación y de lo que tenía que hacer. Me encanta este lugar. Hay muchas razones para ello, como la familia, los amigos, pero aun así comparto ese amor con el que siento por el territorio ocupado. Sé que mi país real está allí, pero me conformé con buscarlo aquí, en los campamentos, y estoy agradecido por ello a Argelia. Sin embargo, mi verdadero país está en el territorio ocupado.

Cuando un saharaui tiene dos nombres iguales, como es mi caso, significa que su padre murió antes de que naciera. El mío falleció cinco meses antes de nacer yo en una batalla llamada Lwargziz. Mi madre dice que fue un gran combate en la que capturamos trescientos marroquíes y derribamos dos aviones. Estoy muy orgulloso de que mi padre muriera luchando defendiendo a su familia y a su tierra. No soy como cualquier otra persona cuyo padre haya fallecido.

Si después de dieciocho años de alto el fuego y de proceso de paz Naciones Unidas no puede tener éxito en resolver este problema de forma pacífica, la mejor solución es volver a la guerra. Incluso el Polisario ha cometido algunos errores, pero ellos son nuestros representantes legítimos. Estoy preparado ¿Si alguien fuera a tu casa para robar o para matarte, te quedarías de pie mirando?