Esa pobreza que se incendia

IMG_20190216_090145La noche del pasado viernes 15 de Febrero el fuego devoró la casa abandonada que unas 15 personas de 4 familias rumanas de etnia gitana ocupaban en el Barrio de La Chana de Granada. No está claro cómo se inició el incendio, aunque todo apunta a una estufa encendida para combatir el frío. Afortunadamente no hubo desgracias personales, pero las llamas destruyeron muchos enseres personales y, sobre todo, lo que era su hogar. IMG_20190216_115211

Al día siguiente voluntarios de Médicos del Mundo de Granada acudimos a apoyarles y a ayudarles con el desalojo de la chatarra. Nos encontramos allí con los Servicios Sociales del Ayuntamiento, que prometieron buscar a partir del Lunes siguiente posibles salidas a su situación. La policía local procedió a precintar la casa y posiblemente será demolida.

La mitad de los residentes en la casa fueron acogidos por otros familiares en sus pisos alquilados y la otra mitad se quedaron finalmente en tres chabolas que hay en la parte posterior de la casa y que no fueron afectadas por el fuego. Esta decisión se adoptó tras una compleja negociación, donde el Ayuntamiento por una parte insistía en el desalojo total por motivos de seguridad -aun reconociendo paradójicamente que no sabía dónde podía llevar a estas 7 personas porque todos sus recursos de acogida estaban saturados- y por otra los residentes eran reticentes a abandonar el recinto.

El punto clave era cómo garantizar la vigilancia de toda la chatarra acumulada en la parte posterior de la casa: el trabajo de varios meses y su principal fuente de ingresos. Esta cuestión era y es mucho más importante que las deplorables condiciones del lugar donde viven y duermen. IMG_20190216_092200

Así pues, el incidente ha puesto sobre la mesa de nuevo los dos ejes principales en torno a los que se articula la situación de pobreza, de la comunidad gitana-rumana y de cualquier colectivo excluido: el trabajo y la vivienda.  Y para nosotros, en Médicos del Mundo, estos dos elementos son los dos principales factores que amenazan seriamente su salud. Más allá de tener o no Tarjeta Sanitaria, con todo lo importante que esto es para poder recibir una asistencia sanitaria adecuada.

En la comunidad rumana-gitana estos dos ejes está especialmente interconectados, pues el principal tipo de actividad económica con la que esta comunidad se gana la vida es la recogida, almacenamiento, clasificación y venta de chatarra. Esta actividad, con una enorme carga positiva de reciclado ecológico, exige espacios de almacenaje amplios y seguros que no puede proporcionar un piso tradicional. Parte de los conflictos con sus vecinos han derivado precisamente de esta cuestión.IMG_20190216_090259

Por otro lado, esta actividad está intensamente regulada por su potencial peligrosidad y requiere permisos especiales que, hoy por hoy, son inalcanzables para esta comunidad. Esto dificulta que el Ayuntamiento intervenga buscando espacios de almacenamiento de la chatarra, aunque sea en régimen de alquiler.  Salvo que…, decidamos invertir muchos más recursos en Políticas Sociales para sacar de la pobreza e integrar a las personas excluidas. Algo quizás poco rentable electoralmente, pero sí más coherente con la defensa de los Derechos Humanos.

Si no hacemos esto, el ciclo se repetirá, pues este incendio no es una novedad en Granada. Llevamos años así. Por eso muy posiblemente, en las próximas semanas, estas familias de la comunidad ROM buscarán de nuevo una casa abandonada donde cobijarse, vivir – aunque sea sin agua, sin luz y con inseguridad como hasta ahora-, y almacenar su chatarra, su medio de subsistencia. Y así…, hasta el próximo incendio, que volverá a arriesgar seriamente sus vidas, en un ciclo infernal que quizás sólo una desgracia mayor parece condenada a poder romper -y aun así…-.

Pero los incendios de la pobreza no son exclusivos de la población rumana-gitana, sino…, de la pobreza. Las compañeras y compañeros de Médicos de Mundo-Almería lo saben también muy bien. IMG-20190202-WA0016Hace sólo 15 días volvían a arder en Níjar las chabolas de los asentamientos donde viven, con gran precariedad, subsaharianos y marroquíes, muchos de ellos trabajando en condiciones laborales de explotación en los invernaderos de las hortalizas que luego surten nuestros supermercados.

Y el suceso reproducía lo ocurrido tan solo un mes antes, aunque está vez sin daños personales, cosa que sí sucedió lamentablemente en Diciembre.

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Allí estuvo Médicos del Mundo Almería, apoyándoles, ayudándoles, reconfortándoles en lo posible, constatando de nuevo que las dos principales enfermedades que socavan la salud de las personas excluidas son la vivienda y el trabajo precario. Y como en el caso de la comunidad rumana-gitana de Granada, el ciclo seguirá con su eterno retorno mientras no ataquemos estas dos causas-raíz con Políticas Sociales coherentes y sólidas, algo que es una responsabilidad compartida de todas las administraciones y que debería ser un foco de atención en este año electoralmente tan intenso.

El fuego de estas estufas o cocinas, instaladas con poca seguridad, ilumina la caverna de la desigualdad. Porque la pobreza energética no es en el fondo sino un eufemismo que usamos para aminorar la gravedad y crueldad de lo que es simplemente desigualdad, injusticia y pobreza. Ya se sabe que en Médicos del Mundo «combatimos todas las enfermedades, incluida la injusticia». Los incendios de la pobreza son una de esas enfermedades. Pelearemos a fondo para sofocarlos desde la raíz. Como hemos hecho siempre.

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