Jorge Fernandez Mayoral y Pablo Iraburu habían trabajado juntos en numerosas ocasiones, pero cuando les plantearon codirigir este proyecto con el fotógrafo oficial de Oxfam Intermon, Pablo Tosco, a quien no conocían, tuvieron sus recelos. Al final ha resultado que District Zero ha sido tan bueno en todos los sentidos que “ si me ofrecieran volver a trabajar con ellos no me lo pensaría ni un minuto”, asegura Iraburu, quien no estuvo en el rodaje en sí, pero creó la idea básica, trabajó en la pre-producción y además, se encargó del planteamiento audiovisual.

De izda a dcha: Pablo Tosco, Jorge Fdez. Mayoral y Pablo Iraburu

De izda a dcha: Pablo Tosco, Jorge Fdez. Mayoral y Pablo Iraburu

District Zero podría haberse rodado en Sudán del Sur, la República Centroafricana o en la propia Jordania, principales lugares donde trabaja una de sus financiadoras, la Comisión Europea, en su proyecto con las personas refugiadas “EusaveLives”. “Se llegó a barajar algo que tocara los tres lugares, pero elegimos el campo jordano de Zaatari porque ofrece un escenario anónimo, cuadriculado y tan poco personal que era una propuesta estupenda para lo que queríamos. Aunque me he quedado con muchas ganas de contar lo que nos hemos contado. Ahora todo el mundo mira hacia Siria porque resulta que han empezado a venir aquí, y eso me cabrea un poco. Si tuviera ahorros me iría mañana mismo a Sudán del Sur por ejemplo.”

En el campo de refugiados y refugiadas

“Fue una experiencia muy bonita, de aprendizaje, de conocerse, de estar trabajando unos 20 días rodando en un sitio bastante complicado, con limitaciones, complicaciones diarias… tuvimos que gestionar no solo las cuestiones de producción sino las afectivas y emocionales y el día a día, que tiene más que ver con las cuestiones interpersonales” apunta Tosco sobre su experiencia en Zaatari junto a Fernández Mayoral.

Y es que primero tuvieron que ganarse la confianza de las y los protagonistas del documental. “Las 5 calles más importantes de Zaatari han sido copadas por periodistas desde que surgió este campo hasta hace 2 años más o menos. Después, esas personas desaparecieron y Zaatari dejó de aparecer en los medios de comunicación, ya no se habló más de lo que allí sucedía, cuando hay más de 800.000 personas viviendo allí. Así que cuando llegamos tuvimos que ganarnos su confianza porque estas personas ya conocen la dinámica de la fotografía y de la cámara digital”, comenta el fotógrafo de Oxfam Intemon.

Pablo Tosco con la cámara durante el rodaje

Pablo Tosco con la cámara durante el rodaje

De hecho, apunta Fdez. Mayoral, “esto fue un impedimento porque las personas refugiadas ven cómo los periodistas están dos días en el campo, sacan las fotos y se van. No es una crítica, pero las personas tienen la sensación de que se les roba el alma. Así que los primeros días decidimos no utilizar la cámara, se trataba de conocer a Maamun, el protagonista, al vecindario, a sus amistades y en todo ese proceso conseguimos que empezaran a confiar en nosotros y que lo que les proponíamos podía merecer la pena… hasta que un día nos dijeron: “hoy nos hemos dado cuenta de que no venís a robarnos”.

Ismael

Los dos directores recuerdan a su traductor, Ismael, como alguien imprescindible en todo este proceso, “es un refugiado palestino, con lo cual sabe bien de qué va todo esto. Gestionaba las entrevistas, traducía… pero sobre todo nos ayudó a abrir esos corazones; él supo explicarles qué era lo que queríamos. Es uno de los grandes valedores de este proyecto. Con él conseguimos que unas personas que están en una situación complicada nos abrieran sus puertas. Imagina que estás refugiado en otro país por una guerra y te vienen unos con una cámara diciendo que quieren grabar tu vida. Yo me pongo en esa situación y creo que les diría que se volvieran a su casa. Es increíble como todas las personas que aparecen en el documental han puesto todo su corazón y han hecho posible esta película”, asegura Fdez. Mayoral.

Maamun y Karim

Karim formó parte del proyecto de manera espontánea, resultando ser una magnífica contraposición al protagonista del documental, Maamun. “Karim es super alegre, agasajador, tiene mucho de personaje clownesco y funciona muy bien en contraposición con la seriedad, el hermetismo y la cadencia del protagonista. En ese sentido fue muy bonito descubrir ese vínculo que tenían . Lo conocimos de manera muy espontánea, estábamos con Maamun en la tienda realizando la pre-producción junto a Ismael, y allí apareció él, desbordado de alegría y súper ilusionado con el trabajo. Nos contó su trayecto de Siria a Jordania y cuando nos dimos cuenta del vínculo que tenían lo unimos al proyecto”, nos cuenta Tosco.

Maamun, con camisa de rayas, durante el rodaje

Maamun, con camisa de rayas, durante el rodaje

Y es que los realizadores no quisieron hacer un documental lleno de cifras y de datos, una información para Fdez. Mayoral necesaria, pero que ya tiene sus espacios, “ queríamos abordar la historia de una forma más cercana , más íntima donde ellos fueran los protagonistas totales a la hora de hablar y de plantear lo que les mueve, y en ese sentido necesitábamos una pareja, que tiene mucho de quijotesco. Uno es muy serio y cerrado, el otro es todo lo contrario pero ambos tienen un trasfondo que cada uno lo encarna de forma diferente. Quizás Karim le ayuda a verbalizar cosas a Maamun que él, por sí mismo, quizá no podría”.

Reflexión al anochecer

Y al terminar el día, Jorge y Pablo volvían a encontrarse para reflexionar sobre todo lo vivído durante la jornada: “a nivel operativo y más que nada en el día a día del rodaje es fundamental el regresar y poner una puesta en común, el poder acompañarse después de un intenso día de rodaje y el hecho de abordar al día siguiente diferentes situaciones, cómo ir encarrilando la narrativa, cómo ir construyendo la historia, dónde poner el foco… era un momento muy especial del rodaje”, asegura Tosco.

Pero lo que ahora parece tan fluido y sencillo, no lo fue, “es muy complicado trabajar en un campo de refugiados. El contexto es dificilísimo, es una especie de cárcel. Tienen un permiso de salida que está muy controlado, es un régimen carcelario con controles propios de una prisión, con horarios, con muchas dificultades para trabajar”, señala Tosco.

“Puedes tener dinero, equipo, pero las limitaciones del campo están ahí. Es una zona muy militarizada, cerca de la frontera con Siria , tiene sus propias maneras de proceder y nosotros nos tuvimos que adaptar a eso. De hecho, solo hay una secuencia nocturna y es por algo. Yo hubiera estado encantado de rodar todo, pero teníamos que dormir fuera de ahí. La última noche, el último plano del documental es el último plano de la tarjeta que grabamos en el campo. Sucedieron ciertas cosas mágicas que hicieron que encajase todo”, añade Fdez. Mayoral.

En la charla posterior durante el estreno en el Zinemaldi los directores llamaron a Maamun, quien pidió al público que no nos olvidemos de las personas que viven en ese campo

En la charla posterior tras el estreno en el Zinemaldi, los directores llamaron por teléfono a Maamun, quien pidió al público que no nos olvidemos de las personas que viven en ese campo

Vivir en un limbo

Pablo Tosco hace hincapié en uno de los mensajes principales de District Zero, “esta gente no ha elegido vivir aquí, no ha escogido este campo, viven en un limbo de luto. Primero llegaron las tiendas de campaña de Acnur, luego los contenedores, y con ellos empezaron a hacer estructuras cerradas, con su patio, como vivían en Siria: padres, madres, hermanos, hermanas tíos y tías… todos viven juntos. Y se van montando pequeñas unidades familiares, y después su huerto para hacer té, aunque esté prohibido. Pensaban dotar de vida a un sitio que no la tiene y no lo va a tener porque allí no crece nada, no hay ni agua. Es un sitio donde nosotros pondríamos un polígono de tiro. No hay ni lagartijas. Estas personas solo quieren volver a su país”.

La identidad

La imagen de un parto nos plantea varias preguntas sobre la identidad de las personas refugiadas, “al final del documental enseñamos un parto porque es normal que cada día nazcan niños en Zaatari. Es algo cotidiano y, con ello, queremos transmitir preguntas al público como, quién es esa niña, qué es aquí y qué va a ser. Con esto reafirmamos ese limbo en el que viven. Pero ella dice “aquí estoy yo”, dándole fuerza al documental aunque no sabemos qué va a ser de ella”, explica Fdez. Mayoral.

El campo de refugiados y refugiadas de Zaatari es la segunda ciudad más grande de Jordania, y como nos cuenta Jorge, “en este limbo, en estos campos, las impersonales zonas se dividen en distritos. A las personas las distribuyen en el distrito 5, en el 4… nos recordaba mucho a los “Juegos del Hambre” o a la propia “District 9” de los refugiados extraterrestres. Decidimos añadir al titular “Zero”, para remarcar ese limbo: DISTRICT ZERO.

 

Isabel Eguiguren, voluntaria de comunicación de Médicos del Mundo Navarra

 

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