Hay perlas que no se pueden obviar. Existen actos que inspiran y que te revolucionan. Que te increpan y te cuestionan mientras ocupas un asiento en una cómoda butaca. El Festival Artículo 31 sobre Cine Documental, Videoperiodismo y Derechos Humanos, organizado por Médicos del Mundo, y que ha tenido lugar los días 8, 9 y 10 de abril en Madrid, es uno de esos eventos.

Por orden de aparición, y solo nombraré los actos a los que he podido ir -seguro que me he perdido otros documentales y trabajos de investigación increíbles-, recomiendo con fervor el largometraje ‘Walls’ (muros). Dirigida por Pablo Iraburu y Migueltxo Molina bajo la producción de Itziar García, las frases que brotan de diferentes protagonistas de cuatro historias emocionan por su crudeza. Emocionan, también, por su humanidad. Muros afronta la crónica de quienes luchan y la literalidad se queda corta en este término, por atravesar la frontera. O que viven entre muros. Esa estructura que en un principio es física, aunque su base es moral, y que separa Sudáfrica de Zimbabué, Estados Unidos de México, España de Marruecos.

Lo que toca la piel es que quien está en el cine choca con puntos de vista diferentes y parecidos vertidos por protagonistas, vigilantes y a quien vigilan. Porque todos provienen de personas. Y porque, de forma paradójica, quienes vigilan que nadie traspase el muro y aquellos que depositan sus esperanzas al otro lado de la valla, coinciden. El muro no es la solución. Pero lo dicta la ley.

Y en medio de vigilantes, vigilados y vigiladas, emerge la humanidad. Un hombre deja botellas llenas de agua en el desierto. Botellas que significan vida. ¿La razón? Simple y transparente. Lo único que importa es que no muera gente. ¿Legal?, ¿ilegal? Hablamos de vida. Hablamos de personas aunque sean los monos los que puedan saltar de un lado a otro sin pedir permiso. Las imágenes hablan por sí solas.

Otras semillas fueron sin duda los trabajos de videoperiodismo donde se palpa la desconfianza que provoca haber superado el Ébola, el horror de los desahucios, el heroísmo de mujeres indias con la cara quemada por el ácido vertido como acto de venganza y la superación de salir adelante por sí mismas. Y aportando a la sociedad. O la batalla por el agua de los campesinos y campesinas de Guatemala o la ‘esperanza’ de la juventud que se torna en lucha por un futuro mejor y por la injusticia de saberse llamada generación ‘ni-ni’.

La mujer en la historia del cine o, como la maestra del taller, Isabel Ocampo, nos sugirió, el cine en la historia de la mujer. Una historia no fortificada por datos, sino por imágenes claras. Un rastro de escenas injustas que todas conocemos por su sutileza y silenciosa permanencia en el inconsciente o (cada vez más) consciente de la sociedad. Quizá el ejemplo más claro sea el casting en el que a niñas y mujeres se les insta a correr y pegar como una niña. Las mujeres y un niño caricaturizan esa situación. No hay fuerza en sus movimientos, hay algo que roza el ridículo sin que ellos mismos sepan explicar por qué. No así en las niñas de diez años. Corren, corren mucho. Y pegan aún con más fuerza. Aún no han cumplido con esa invitación invisible a quedar en un segundo plano cuando se habla de fuerza y poderío. Y, por qué no, de la posibilidad de ganar carreras. De sentirse orgullosas de su cuerpo y sus acciones llenas de fuerza. Repito fuerza porque al final es lo que se traslada, no así el comienzo del casting.

Dicen que el periodismo responde a cinco preguntas: quién (who), qué (what), cuándo (when), dónde (where) y por qué (why). Una revista de cocina lenta, pero rigurosa bajo la batuta de Agus Morales, su director, y acompañado por los reporteros y reporteras Cristina Sánchez (RNE) y Nicolás Castellano (Cadena Ser) respondieron a todas las cuestiones, sobre todo al por qué. Cristina reconoció haber perdido la fe. Incluso en si el periodismo podía llegar a cambiar algo. Ella se respondía o lo hacía su experiencia. “Somos testigos”. Es suficiente y se antoja imprescindible para generar una respuesta. Porque, la marca del reportero o reportera que, como aconsejan debe huir del paternalismo y de la militancia en situaciones de guerra, predica a una sociedad. Y ahí, justo ahí, empieza la labor de la ciudadanía. En su primer número -tendrá una periodicidad de un número por año- abarca qué ocurre después de la guerra. Historias de reporteros y reporteras que explican a la gente común qué le ocurre a la gente común.

Termina este trazado de perlas y de semillas el taller ofrecido por Concha Mateos sobre videoactivismo, acción política cámara en mano. Decía Concha que con el videoactivismo se construía un sujeto colectivo y, que si éste se organizaba, cobraba fuerza. “Invita a los individuos a pensar que son algo junto a otras personas”. Y recojo su guante para invitar a otros y otras a que siembren esas semillas, a que se dejen seducir por esas perlas con el sugerente Artículo 31: “Toda persona tiene derecho a denunciar la vulneración de cualquiera de los 30 artículos incluidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos”.

Espero las plantas en la quinta edición.

Katrin Pereda, voluntaria de comunicación en Médicos del Mundo Navarra

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