Mingo Venero quedó finalista en la “XVII Edición de los Premios de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña” y quiso estar en Pamplona en la inauguración de la exposición el pasado 10 de diciembre para contarnos qué hay detrás de sus 10 fotos. Como ya hemos explicado, los problemas técnicos en nuestra página nos impidieron publicar este artículo que ahora volvemos a recordar con gran cariño.
Aquí tenéis las historias que hay detrás de cada fotografía:
Pascal es de Camerún y en su largo camino llegó al famoso monte Gurugú, lugar de espera para intentar saltar la valla de Melilla. Allí comer es complicado así que se organizan en grupos para ir a núcleos de población cercanos donde piden comida. Pascal iba un día con otros dos compañeros. De pronto, la policía marroquí salió de entre los arbustos y tuvo la mala suerte de no poder escapar. Entonces la policía le preguntó: “¿Eres musulmán o cristiano? Pascal reconoció su fe cristiana. Fue cuando un policía golpeó su cara con una piedra. Sufrió 4 fracturas y comenzó a sangrar con intensidad. Las fuerzas del orden marroquíes repitieron la pregunta: “¿Eres musulmán o cristiano? Él, asustado, volvió a decir la verdad. Esta vez fue arrojado por un precipicio de 16 metros. Pascal contó a Mingo como durante su caída recuerda su propio grito que parecía no terminar. Se fracturó la pierna mientras sangraba más y más. Llegó a perder la conciencia. A las pocas horas la policía volvía a preguntarle una vez más: “Eres musulmán o cristiano?” Y Pascal respondió: “musulmán” Entonces la policía le dijo que rezara por Alá. También aprovecharon para robarle lo poco que tenía. Él masculló que en esas condiciones no podía rezar. Estaba perdiendo la visión, tenía los ojos encharcados de sangre. Al cabo de un rato vino una ambulancia y lo llevaron al hospital. No murió de milagro. Ahora lo puede contar.
Venero sigue teniendo contacto con Pascal hoy en día. Debido al shock psicológico que tuvo, pidió la repatriación voluntaria, cosa que apenas se concede, pero él lo consiguió y actualmente vive en su país, Camerún, intentando sensibilizar a la gente para que no vengan a Europa en busca de ese sueño dorado.
Hospital de Nador, en la frontera con Melilla, los heridos de la valla que viven en el monte Gurugú acaban aquí.
Sadio, de Mali, cayó al intentar saltar la valla y se fracturó el brazo. Las personas que son ingresadas en el hospital son curadas pero inmediatamente llevadas por la policia marroquí a Rabat o a la frontera con Argelia. Es decir, comienzan otra vez parte de su viaje para volver al monte Gurugú. Para todas estas personas, acabar en el hospital es una tragedia. Cuando Mingo entró en la habitación donde estaban Sadio y otros compañeros notó enseguida esta sensación de angustia: “ Se percibía una atmósfera de tragedia, el silencio, las caras, las heridas, ya se presagiaba que algo jodido les había ocurrido, estaban muy decaídos, y es que las vallas están pensadas para separar físicamente pero también para hacer daño. Al fin y al cabo las vallas no dejan de ser armas”.
Este chico es Pascal otra vez. De Nador lo llevaron a Usda para operarle de las fracturas que sufrió en el rostro. Este día fue el primer día que se vio la cara sin apósitos. Mingo estuvo con él en esos momentos: “ Yo le acompañe al baño y para él fue muy impactante. La parte de la cara herida era el doble de la otra por la inflamación. Desesperado, volvió a la habitación, se sentó en la cama y comenzó a decir que se había convertido en un monstruo… En un momento dado se acercó a la ventana, y vi como entraba una luz muy bonita. Entonces le pedí hacerle una foto. Sabía que él no iba a querer pero insistí. Le oculté en la sombra la parte inflamada y al mostrársela en la cámara se tranquilizó bastante. Le dije que solo le quedarían cicatrices y al final se quedó más tranquilo. Así que una fotografía también puede hacer cambiar el pensamiento de las personas.
Mohammed, de Gambia, aguarda su recuperación en el Hospital de Nador. Sufrió una fractura en el pie al intentar pasar la valla de Melilla
La historia de este chico es curiosa. Es senegalés y el fotógrafo tuvo una relación especial con él: “Solo sabía hablar el idioma nativo de su tierra, no sabía francés. Sus compañeros le enseñaban a leer y escribir. Y la evolución del chico se notaba. Si es complicado integrarse en un país que no es el tuyo imaginaros qué tiene que ser sin saber el idiomas… más complicado aún. Su avance diario era increíble, su esfuerzo admirable. La foto la hice durante la oración de la noche. Yo conviví con ellos, en cada colchón dormíamos 3 personas, tengo que decir que resultaron ser personas muy generosas, de gran calidad humana”.
Este es el mismo piso. Otro chico senegalés. Para Mingo “esta foto humaniza a estas personas. Es por la noche, está preparando la cena, es como el momento de descanso de su jornada laboral, se echa un cigarro, ese gesto es simbólico. Además vemos sus condiciones con la pared llena de humedades, cacharros antiguos…es una foto que humaniza a estas personas”.
Paco es Senegalés. Esta foto está sacada en Rabat. Allí no pueden traspasar fronteras, y malviven en “pisos pateras”, de 10 metros cuadrados para 6 o 7 personas en muchos casos. En la foto Paco reza antes de ir a la cama. A Venero le llamó la atención la pacífica convivencia que vio: “tienen una situación complicada, pero conviven cristianos y musulmanes sin problemas. Con este grupo me quedaba a dormir y conseguí llegar a situaciones muy íntimas. Consiguen dinero de vender souvenirs, teléfonos móviles…La cuestión es que la policía marroquí los lleva a Rabat en autobuses para alejarlos de la zona de la valla”.
Este hombre es del Congo y huía de la guerra y de la pobreza. Llegó a Argelia enfermo por una gripe y en el hospital le pusieron un inyectable. Ahí fue cuando cambió su suerte. La aguja estaba infectada con SIDA. Ahora está en Marruecos y le ayuda la Asociación Marroquí contra el Sida. Como nos cuenta el autor de la fotografía “huyó de una desgracia para caer en otra. Ahora está en silla ruedas, vive en Rabat en una habitación diminuta alquilada , llena de humedad, donde apenas puede salir. Realmente vive en una situación bastante lamentable aunque la asociación le ayuda mucho y le da tratamiento”.
También hay un hueco en esta exposición para las mujeres, víctimas por partida doble. Escapan de la miseria de sus países y son capturadas y compradas por mafias. Pierden su libertad y cargan con una deuda que puede durar toda la vida. Si a esto añadimos las agresiones sexuales que sufren, nos encontramos con un panorama desolador. En este retrato aparece una mujer de entre 50-60 años. Vive en Rabat , ya no se quiere mover. Esta siendo tratada por la misma Asociación de Lucha Contra el SIDA, donde les ayudan no solo a raíz de las agresiones sino también para atender infecciones y enfermedades contraídas por transmisión sexual.
Narcisse es de Camerún y esta foto es importante para el autor: “ era el último día de uno de mis viajes y me llamó por teléfono. Me dijo, “ Mingo hoy voy a cruzar la valla” .Subí al Gurugú y estuvimos una hora charlando, él me contó una vez más sus sueños, los dos sabíamos que lo iba a conseguir. Por cierto, el fondo de la foto es Melilla. Al final nos despedimos con un abrazo y le dije que la próxima vez nos veríamos en España. Y así fue. Consiguió cruzarla y al haber saturación en el CETI lo llevaron a Valencia. Me llamó y le acompañé a Madrid. Ahí cogió un autobús y se fue a Alemania.
A él le ha merecido la pena el riesgo. Creo que se va a casar, me lo dijo por Facebook. Hasta hace poco creo que tonteaba con dos chicas pero creo que se va a casar con la rubia”, ríe Mingo.
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@MdMNavarra
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