Crónica de un día cualquiera en tiempos del Coronavirus

La atención a personas en situación de calle en Sevilla

Reparto de alimento desde furgoneta

La emergencia del COVID ha afectado a aquellas categorías que ya normalmente se encuentran en una situación de precariedad y fragilidad. Hablamos, entre otras, de las personas en situación de calle, dejadas, una vez más, al margen de la sociedad por las instituciones.

En particular, la epidemia ha evidenciado una falta de estrategias y de recursos para el acompañamiento de estas personas en un recorrido de re-inclusión social, que supere el enfoque tradicional más “asistencialista”.

De hecho, hoy en día el estigma que las sigue acompañando está muy lejos de ser superado; muy poco se trata de entenderlas, y mucho todavía se culpabilizan.

Como equipo de Médicos del Mundo Andalucía, trabajamos en Sevilla con las personas en situación de calle, ofreciendo un servicio de prevención e información sanitaria, de reparto de comida y bienes de primera necesidad (kit de higiene, aseo), haciendo también seguimiento sanitario en los casos de más necesidad.

Hay personas con problemas de adición, otras que necesitarían asistencia médica de salud mental, otras que han acabado en la calle por el parón general.

En calidad de voluntaria de Médicos del Mundo, acompaño y apoyo al técnico de referencia en su actividad. Nos desplazamos en la furgoneta de Médicos del Mundo por las calles de Sevilla Capital.

Hoy es martes y empezamos la ruta a las 9:30 de la mañana.

Ha llovido, así que no sabemos si vamos a encontrar a personas sin hogar (o a cuántos); puede que hayan buscado reparo en otro sitio diferente del habitual y que sea difícil localizarlos.

De hecho, no encontramos a Miguel y a su esposa en el coche donde suelen vivir. Abrimos y guardamos las bolsas de comida adentro, para que las encuentren cuando vuelvan.

Más adelante, vemos a Youssouf , un chico de Senegal.

– ¿Qué tal Youssouf? ¿Cómo estás?

– Bien, sí, sí, gracias.

-¿Te vamos a dar comida, vale? ¿qué quieres? ¿Pavo o queso?”. (No me entiende muy bien, intento en inglés…)

– Chicken or cheese?

(Ahora sí)

-Cheese, cheese!

– Venga, ya está

Entregamos la bolsa de comida a Youssouf. Hemos metido una naranja en lugar de la manzana en la bolsa de comida, porque a Youssouf le faltan dientes y le cuesta comerla.

Él se despide y vuelve a sentarse en su cama improvisada en unas escaleras al lado del río.

Esta vez no vemos al chico que a menudo veíamos con él. Habla inglés muy bien y está convencido de estar en…. América. Dice que ha sobrevivido a un tiroteo donde casi se lo cargan, y que en esa ocasión le han robado el pasaporte.

En cambio, saludamos a Mihai y Sorin de Rumanía y a Rashid de Marruecos que nos esperan en la avenida, puntuales como relojes. Llevamos tiempo atendiéndolos, así que la confianza nos permite preguntar algo más sobre su vida. Nos cuentan que son temporeros y que la epidemia los ha “sorprendido” aquí en Sevilla, mientras intentaban desplazarse a Huelva para trabajar; los tres llevan más de 10 años en España, trabajando como albañiles, temporeros, etc., en situaciones de precariedad y sin ninguna garantía. Ahora están en la calle.

Como ellos, a lo largo de la ruta de la mañana, encontramos a tantas otras personas que “se buscan la vida”: también a Pedro, Antonio, Marcos y María (desahuciados) y a Manuel de Extremadura. Terminamos la mañana habiendo atendido casi a 30 personas, españoles y extranjeros, que comparten historias de soledad y falta de apoyo y recursos.

Desde Médicos del Mundo creemos que hay que luchar para acabar con los estigmas y los rumores sobre las personas en situación de calle: hablamos de personas, trabajadores/as, ciudadanos/as, hombres y mujeres, que tiene derecho a un trato digno y a un apoyo concreto.

Por esto, como Médicos del Mundo, el voluntariado con los/as técnicos/as, estamos y estaremos siempre en primera línea, para atender a las personas sin hogar y garantizar su derecho a la salud.

Linda, Voluntaria de Inclusión Social de Médicos del Mundo Andalucía

Nota: Todos los nombres del relato son ficticios para proteger el anonimato de las personas a las que atendemos