Hemos estado atendiendo a personas migrantes y refugiadas en Europa desde hace años, brindándoles atención médica esencial, mientras luchamos por la defensa de su derecho a la salud. Ahora estamos presentes en todas las etapas de su viaje, desde las zonas de conflicto a Grecia y también en el paso de Calais, lugar clave de tránsito entre la Europa continental y Gran Bretaña.
Aquellas que logran llegar a Calais están atrapadas en condiciones de vida miserables en un vertedero en desuso: 3.000 personas conviven hacinadas, con acceso insuficiente al agua, falta de aseos y escasa alimentación. Los brotes de enfermedades causadas por estas condiciones de vida son comunes y la tensión que acumulan empeora su salud mental y aumenta su vulnerabilidad. Con las necesidades en continuo aumento, hemos puesto en marcha una respuesta de emergencia en la zona. Nuestro personal sanitario trabaja en clínicas móviles, ofrece consultas médicas y apoyo psicológico a muchas de estas personas traumatizadas por la experiencia.
Para lograr una intervención más integral, nos hemos aliado con otras entidades que están distribuyendo kits de higiene, recipientes para agua potable, víveres o están construyendo instalaciones sanitarias. Pero lo que hacemos las ONG, aunque esencial, no es más que una tirita ante un problema de esta magnitud.
Grecia es otro de los puntos calientes del panorama actual. Aquí nuestra prioridad son los niños y niñas. Porque entre las miles de personas que desembarcan en Europa, cada vez encontramos más y más menores de edad. A veces acompañados por sus madres y padres, y en otras ocasiones confiados a un adulto o viajando solos y solas.
Tras alcanzar las costas de la isla de Lesbos, a apenas 10 kilómetros de Turquía, tienen que caminar alrededor de 14 horas para llegar a Mitilene, la capital, donde tras presentarse a las autoridades esperan poder coger un ferry que les lleve a Atenas, como etapa intermedia antes de alcanzar su final, que suele ser Alemania o Suecia. Pero son tantas las personas en la misma situación que la espera se convierte en una pesadilla: duermen en los muelles del puerto, en tiendas de campaña entre campos de olivos o en cajas prefabricadas con alambres.
Trabajamos en el centro de acogida inicial de Moria, a 20 km al norte de Mitilene. Un campamento saturado con cerca de 900 personas, cuando tiene una capacidad para 500. Aquí nuestros equipos atienden a un centenar de personas al día, priorizando a las mujeres embarazadas, niños y niñas, personas heridas y con enfermedades crónicas. Además de atención médica, proporcionamos ropa, leche y pañales. En Quíos, al sur de Lesbos, un pequeño equipo sanitario presta servicio en otro centro de acogida.
Trabajando en el origen: Siria
Médicos del Mundo es una de las escasas organizaciones que operan en Siria desde el principio de la crisis humanitaria hace ya cuatro años, facilitando asistencia a la población civil, víctima principal de la barbarie, incluso en áreas que han quedado bajo control del Estado Islámico. Los daños humanos de los que nuestro personal ha sido testigo a diario son enormes, causados por el uso constante de bombas de barril -un artefacto explosivo improvisado rellenando bidones con dinamita- y bombas de cilindros de gas.
La situación empeora cada año, con cerca de 8 millones de personas desplazadas por todo el país. En colaboración con 9 entidades sirias, la Red Internacional de Médicos del Mundo presta atención sanitaria y facilita equipamiento médico, fármacos y consumibles sanitarios en los distritos de Idlib, Alep, Deraa y Damas. En 2014, más de 800.000 personas acudieron a las consultas, un incremento del 30% sobre 2013.
Además de las personas afectadas en el interior del país, las tensiones regionales van en aumento y los países limítrofes con Siria (Turquía, Líbano y Jordania), donde también trabaja Médicos del Mundo, están imponiendo cada vez requisitos más duros para acoger a la población necesitada. En este contexto, la organización mantiene actividades para atender a los más vulnerables en estos países, además de en Irak.
Otros contextos de intervención
Más allá de la crisis siria, hemos afrontado históricamente la atención de personas migrantes y refugiadas, especialmente en los desplazamientos en el interior de África y desde este continente hacia Europa por el sur.
Por ejemplo, desde final de 2012 y como consecuencia del conflicto en Malí, más de 50.000 malienses se refugiaron en Burkina Faso, 30.000 solamente en la región del Sahel. Médicos del Mundo España prestó atención a quienes huían del difícil contexto de seguridad en Mali desde el campo de Goudebo, en Burkina Faso, facilitando servicios curativos, preventivos y nutricionales.
Además, llevamos veinte años trabajando en los campamentos de personas refugiadas saharauis en Tinduf (Argelia), acompañándoles en las duras condiciones de vida del exilio en la Hammada argelina. Las Comisiones Oftalmológicas iniciaron su recorrido en 1995, mientras que en 2004 comenzó un proyecto de Salud Materno Infantil. Entre 2011 y 2014, gracias al segundo convenio con AECID, se ha avanzado hacia un enfoque más integral y de refuerzo de la Atención Primaria de Salud, contribuyendo al fortalecimiento institucional del Ministerio de Salud Pública Saharaui, reforzando los Programas de Salud Sexual y Reproductiva y Salud Infantil. En este tiempo también se ha logrado el Hospital Nacional de Rabuni como institución sanitaria de referencia en Campamentos y se ha apoyado a la Unión Nacional de Mujeres Saharauis en las áreas de promoción de la salud y empoderamiento de la mujer. En diciembre de 2014 arrancó un nuevo Convenio AECID, en el que continuamos dando pasos hacia la consolidación de los logros obtenidos, la ampliación de la cartera de servicios de atención primaria y el fortalecimiento del sistema de salud y sus mecanismos de gestión y coordinación, siempre con la mirada puesta en el derecho a la salud de la población refugiada saharaui.
En Oujda, Marruecos, en colaboración con Médicos del Mundo Bélgica, está previsto acometer próximamente un proyecto para prevenir la violencia que a menudo sufre la población migrante a su paso por Marruecos. En concreto, reforzaremos el acceso a los servicios de salud integrales de migrantes víctimas de violencia, especialmente de violencia sexual y de género. El segundo eje de la intervención es ofrecer atención psicosocial y promover la salud mental de este colectivo, sobre todo en el tránsito Oujda-Nador.