Estamos intentando responder a la falta de oportunidades de educación de las personas más jóvenes en los campos de refugiados griegos poniendo en marcha, en este caso, una escuela dirigida a las personas refugiadas que viven en el mismo, pero con la singularidad de que también algunas personas refugiadas participarán realizando tareas de profesorado – una iniciativa que puede ayudar a proteger la salud de los niños y niñas.

El campo de refugiados de Chalkero, situado a unos 10 kilómetros al este de la ciudad de Kavala, en el noreste de Grecia, es uno de los campos de refugiados más pequeños de Grecia. Actualmente sirve de hogar para más de 240 personas – 82 de ellos niños y niñas.

Exceptuando a las fuerzas militares griegas, somos la única organización que trabaja en el campo y hemos podido observar una serie de efectos en la salud causados ​​por la inactividad  de los niños y niñas que viven allí, incluyendo lesiones sufridas durante la subida de la ladera de la montaña sobre la que se asienta la instalación del campo de Chalkero.

Grupo de niños y niñas juegan en el campo de Chalkero, en Kavala (Grecia)

Anna Giovanios, coordinadora de nuestra organización en el campo, señaló: ‘Tenemos que empezar ya con esta actividad, porque las personas que viven aquí en el campamento nos preguntaban si se podía establecer una escuela, y nos pidió que les ayudaramos a hacerlo. Algunos de los niños y niñas no han ido a la escuela durante dos años. Además, debido a que los niños y niñas no tienen nada que hacer cada día, pasar el tiempo en la montaña puede resultar muy peligroso. Y una alternativa es que estén sentados parte del día. Tienen que hacer algo, por lo que queremos asegurar que puedan tener sesiones escolares.»

«Los niños y niñas necesitan ropa y zapatos. Necesitan juguetes para jugar, y necesitan la escuela. Han estado dos años sin ir al colegio, y estamos trabajando para hacer algo al respecto, para asegurarnos de que no pierdan más educación ‘, añade Anna.

Nuestra organización ya ha  ‘reclutado’ a tres maestros en la ciudad de Kavala, que han aceptado realizar voluntariado en la escuela del campamento, y el resto del personal estará formado por personas refugiadas adultas que viven en el campo.

Hara Tsavou, trabajadora social que ha estado trabajando con los niños y niñas utilizando canciones, bailes y otras actividades regulares para reintroducirlos en la idea del aprendizaje social estructurado, explicó: «Una gran cantidad de niños no tienen actividades que hacer, y la escuela debe contener maestros y maestras refugiados dando clases a los estudiantes, de persona refugiada a persona refugiada. La gente aquí tiene comida,un lugar para dormir y personal médico, pero no mucho más. Los niños y niñas necesitan la escuela y estamos trabajando duro para asegurarse de que lo consigan«.