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El acuerdo alcanzado el pasado mes entre la UE y Turquía, por el que este país se ha comprometido a aceptar la devolución sistemática de todos los migrantes irregulares que lleguen a Grecia desde su costa (incluyendo a los refugiados) ha comenzado a aplicarse. Hoy han partido desde el país heleno los primeros deportados, que son refugiados que llegaron a esa nación después del 20 de marzo, cuando entró en vigor la medida.
Se trata de la primera tanda de migrantes, de las muchas que saldrán en los próximos meses. Sin embargo, si bien en líneas generales el programa pactado entre la UE y Turquía ya está delineado, todavía quedan por resolver numerosos aspectos. Uno de los principales problemas es definir dónde serán acogidos esos miles de refugiados.
Se sabe que los primeros, con destino Turquía, han salido de las islas de Lesbos y Quíos este lunes. Su destino son los puertos turcos de Dikili y Cesme. Según la agencia griega ANA, de manera inminente otras 750 personas serían enviadas desde la Lesbos al pueblo de Dikili, entre hoy y el miércoles, en barcos turcos fletados por la agencia de seguridad fronteriza europea (Frontex). Su lugar de acogida aún es un misterio.
Turquía ya anunció la construcción de un campamento para 5.000 personas, en la provincia occidental de Manisa, pero aún no existe. Las instalaciones del centro de Çesme y el de Dikili, por su parte, aún están inacabadas, según informa el periódico ‘Milliyet’.
Más allá de estas conjeturas, el país cuenta con otros centros para refugiados, pero en condiciones infrahumanas. Es el caso del de Nizip, a unos 50 kilómetros de la frontera con Siria. Sus condiciones son deplorables, principalmente en el paso de Evros entre Turquía y Grecia. «Cuando pregunto a la gente por qué arriesga su vida de esta manera, siempre obtengo la misma respuesta: ‘No tenemos otra opción’. Estas personas saben a lo que se arriesgan, pero lo hacen de todos modos. Nos dicen que preferirían ahogarse buscando la seguridad y la libertad, antes que quedarse en sus países o en Libia, donde sus vidas no valen nada», afirma uno de los voluntarios de Médicos Sin Fronteras en el documento ‘Carrera de obstáculos hacia Europa’,donde la ONG denuncia el pésimo estado de muchos de los campos para refugiados de Europa.
Terese Cristiansson, corresponsal en Turquía, señala las pésimas condiciones que deben soportar los refugiados: «Hay refugiados ya por todas partes, pero sobre todo en las fronteras con Siria e Irak. Las fronteras llevan meses cerradas y esto es algo que a ellos, a los migrantes, les preocupa mucho. Ellos sólo quieren estar a salvo. Llegaron a Turquía huyendo de una guerra y ahora ven que no tienen a dónde ir. Ellos confían en Europa pero poco a poco esta confianza se está convirtiendo en desconfianza. Además, la sociedad turca está dividida. Los hay a favor del cierre de las fronteras y quienes se acercan a ayudar en lo que puedan», cuenta a lainformacion.com.
Las principales víctimas son los niños: «Se han convertido en los verdaderos afectados. Hay campos de refugiados que cuentan con escuelas y educación, pero la gran mayoría vive en la calle sin ningún tipo de ayuda, sin seguridad y sin opción a jugar», añade la periodista.
Los peores campos de refugiados de Europa
El drama de los refugiados, muchos de los cuales deben vivir en condiciones infrahumanas, no solo se limita a Turquía. Europa debe avergonzarse de poseer otros tantos que también son lamentables. En el mencionado informe ‘Carrera de obstáculos hacia Europa’, que MSF ha elaborado para denunciar «el catastrófico fracaso de Europa a la hora de responder a las necesidades de los refugiados y los migrantes», estos son algunos de los señalados:
Pozzallo, Sicilia (Italia)
El lugar tiene capacidad para 220 personas, pero a lo largo de 2015 han pasado por allí más de 15.000, lo que supone el 10% de todos los refugiados que llegan a Italia. En sus instalaciones las personas malviven hacinadas y se vulnera su dignidad y derechos. Las estructuras resultan absolutamente inadecuadas. El hacinamiento, la falta de protección y de información legal y las precarias e indignas condiciones en las que la gente es recibida en Sicilia se mantienen intactas hasta hoy. Las consecuencias negativas impactan sobre la salud y la dignidad de estas personas. «El centro no ofrece un espacio adecuado para dar determinados tratamientos, como por ejemplo la sarna, y no hay garantías de privacidad. En definitiva, el centro no constituye un lugar de recepción decente”, señala MSF.
Grande-Synthe, Dunkerke (Francia)
Más de 2.500 personas duermen a la intemperie en Grande-Synthe, inmersos en el barro húmedo y frío, en condiciones insalubres y terribles. Estos refugiados necesitan un refugio y un entorno de vida mejor, afirma André Jincq, director adjunto de operaciones de MSF. La mayoría son kurdos que esperan cruzar a Reino Unido, entre los que se encuentran familias completas y 250 niños, algunos muy pequeños. Uno de los mayores riesgos que afrontan es el de incendios: la única manera que tienen los refugiados de mantener el calor es a base de hogueras de leña y calentadores improvisados. Las lesiones por quemaduras están a la orden del día.
Calais (Francia)
El campo fue abierto en enero de 2015 por el gobierno francés. Cuatro mil personas viven en miserables condiciones, junto a un gigantesco vertedero. Solo hay 30 aseos y tres puntos de agua. A este lugar se le conoce como ‘La Jungla’. Los refugiados han huido de Afganistán, Siria, Eutrea y Sudán. A MSF le prepocupa sobremanera el impresionante incremento de los casos de sarna, a causa de la falta de higiene y el hacinamiento. Los roedores y las altas probabilidades de contagio por enfermedades infecciosas agravan el panorama. También existen decenas de casos diarios de lesionados y heridos por violencia y peleas. «El Gobierno francés está incumpliendo sus obligaciones en materia de recepción y acogida», denuncia Médicos del Mundo, otra ONG que trabaja en el lugar.
Isla de Kos (Grecia)
Desde hace meses, los equipos de MSF luchan sin tregua para conseguir el permiso de las autoridades griegas para prestar asistencia humanitaria a los recién llegados y reducir su sufrimiento en Kos. Desde octubre de 2015, todos los días llegan entre 200 y 500 personas, y aún no existe un centro de recepción o tránsito en condiciones. «Las autoridades locales siguen oponiéndose a que se establezca uno», afirma la denuncia de MSF.
Lesbos (Grecia)
Los refugiados que llegan allí no tienen siquiera procesos de registro ni información adecuada sobre los procedimientos de solicitud de asilo o los servicios básicos disponibles. Entre las principales carencias, «la miseria más absoluta se desata con el viento y la lluvia», alertan los voluntarios. La Policía no permite que los refugiados salgan de la cola para recibir atención médica. Entre junio y noviembre de 2015, dos tercios de los pacientes que buscaban atención en las clínicas de MSF en Grecia sufrían infecciones respiratorias, enfermedades de la piel y traumatismos: todas estas condiciones estaban relacionadas con las condiciones insalubres y peligrosas en que se encontraban. La situación ya era preocupante en verano, y no hizo más que agravarse con la lluvia y el frío del invierno. De hecho, las infecciones del tracto respiratorio atendidas por los equipos de MSF aumentaron en un 160% entre julio y octubre del pasado año allí.
Ruta de los Balcanes
De los 851.319 hombres, mujeres y niños que llegaron a Grecia en 2015, la gran mayoría siguió adelante en busca de asilo en los países del norte y el occidente europeo, para lo cual tomaron la ruta de los Balcanes. En Serbia, a finales del pasado año, el 80% de los pacientes presentaban condiciones derivadas de las duras condiciones del viaje, como infecciones respiratorias (42%), traumatismos y afecciones osteomusculares, (19%) y enfermedades de la piel (9%). «Además de las dificultades creadas por el cierre de fronteras, cruzar Europa de sur a norte sigue siendo muy duro», señala la organización médico-humanitaria.
Idomeni, frontera con Macedonia
En julio pasado, cuando se organizó un paso seguro desde la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM) hacia Serbia, la gente viajaba en condiciones dignas, rara vez estaba expuesta a la violencia o caía en manos de los traficantes, y llegaba a su destino relativamente sana. Por el contrario, desde finales de noviembre de 2015, en Idomeni (en Grecia, en la frontera con ARYM), las condiciones se agravaron hasta límites extremos. La falta de alternativas legales y seguras, las vallas de alambre de espino, los pasos fronterizos cerrados caprichosamente, las condiciones de acogida miserables e inhumanas, y los complicados y cambiantes procedimientos de registro han agravado las ya de por sí miserables condiciones impuestas a las miles de personas que escapan por este tramo del continente.
Turbide (Líbano)
«Europa ahora mismo lo que está intentando es hacer acuerdos con países limítrofes para mantener refugiados en la periferia. Es el caso de Líbano y Jordania», resumen los voluntarios de Médicos sin Fronteras. En el campo de Turbide, Líbano, la situación dramática no sólo se limita el acceso casi imposible a necesidades básicas como el agua o los medicamentos, sino que son comunes las disputas violentas entre los propios refugiados, las prácticas como la mendicidad y las relaciones con y entre menores.